Desde hace décadas, el cine ha jugado con nuestra repulsión más instintiva: la transformación del cuerpo. El body horror nunca se ha ido realmente (basta con recordar clásicos como The Fly de David Cronenberg o propuestas más recientes como Titane), pero sí parecía relegado a un rincón exclusivo de los cinéfilos más extremos. Eso cambió en 2024 con The Substance, la perturbadora cinta protagonizada por Demi Moore que arrasó en festivales y premios, generando un fenómeno inesperado: volver a poner en boca de todos un género que incomoda, que escandaliza y, al mismo tiempo, que critica ciertas dinámicas sociales.
Together, ópera prima del australiano Michael Shanks, llegó precisamente para confirmar que el horror corporal puede reinventarse y, sorprendentemente, ser tan entretenido como perturbador.
El amor tóxico como pesadilla física

Lo fascinante de Together es que parte de un punto que parece cliché: una pareja en crisis que busca salvar su relación mudándose a un nuevo lugar, en medio del bosque. Alison Brie y Dave Franco, que además de ser pareja en la vida real, interpretan a Millie y Tim, dos personajes atrapados en la rutina, el desencanto y el miedo a separarse después de una década juntos.
Lo que comienza como un drama romántico se convierte en un descenso grotesco cuando un accidente los lleva a una cueva misteriosa donde sus cuerpos, literalmente, empiezan a fusionarse. En esta película, el terror no viene de un monstruo externo ni de un asesino al acecho, sino de algo mucho más incómodo: la materialización de la codependencia emocional, ese lazo tóxico que impide soltar aunque duela, aunque destruya.
El resultado es tan angustiante como hipnótico: un romance que se desfigura hasta volverse horror, pero contado con una comedia ácida que subraya lo absurdo de amar demasiado.
El amor codependiente llevado al extremo

A diferencia de otras películas que apuestan al sobresalto inmediato o al exceso visual, Together construye incomodidad con inteligencia. Cada escena es un recordatorio de lo que significa perder la individualidad dentro de una relación, llevándolo al extremo físico y visceral.
Lo interesante es que Shanks no busca aleccionarnos: en lugar de un sermón aburrido sobre el amor tóxico, entrega una fábula oscura que combina risas incómodas, imágenes repulsivas y una reflexión sobre los hasta cuándo sacrificarnos por el otro y cuándo soltar para no perdernos a nosotros mismos. Y es justo ahí donde encuentra un balance extraño entre lo humano y lo monstruoso, entre lo grotesco y lo romántico.
Un género que ha resurgido con fuerza
Quizá lo que más sorprende es que, en tiempos de franquicias y fórmulas seguras, el público esté respondiendo tan bien a películas que apuestan por incomodar. The Substance abrió la conversación, y Together la ha consolidado, demostrando que el horror corporal ha encontrado nuevas formas de conectar con audiencias que buscan algo más que un simple susto.
Grotesca, incómoda y al mismo tiempo divertida, Together puede no ser para estómagos sensibles pero sin duda, vale la pena darle una oportunidad.
